lunes, 14 de mayo de 2012

Fan Fic Yaoi


Escrito por Ginny Rojas


Era Abril, las hojas secas crujían bajo mis pies. Un sonido similar al que proviene de mi pecho, en momentos como ese. A lo lejos, al cruzar la calle, se adivinaban las figuras de mi mejor amigo y su novia. Ella es hermosa. Su fino cabello de ébano, adornado con cuentas de plata, brillaba a causa de la tenue iluminación. Su risa de jilgero repiqueteaba dulcemente, mientras el delicado vestido pastel se deslizaba como espuma por su piel a cada paso que daba. Mi amigo estaba allí a su lado con la mirada cálida y expectante. La comisura de sus labios, sensibles a las risas y los cumplidos. No fallé en notar, la mano que siempre acariciaba torpemente en consuelo recorrer con adoración el pálido contorno de las manos femeninas.
Por un momento me encontré deseando ser invisible, que no se percataran de mi presencia, pero era obvio que eso era ya una realidad para cualquiera que no estuviera en ese reducido mundo de dos. Abochornado y pidiendo desesperado estar de vuelta en casa, me quedé plantado en mi lugar cuando la sonrisa radiante de ella se puso frente a mí. Una sonrisa que se dibujó en sus ojos, saludándome. Pronto empezó a contarme todo lo nuevo que había hecho, mientras él se acercaba acortando la distancia de a poco. Su escueto "hola" y la incomodidad de sus movimientos me recordó el episodio de la última vez que nos vimos. ¿Lo recordaba también? Apesar de todo, eso me hacía feliz.

Ella volvió a recordarme que tenía que comer. Su mirada preocupada me preguntó si el plato no me gustaba. La conocía lo suficiente para saber que pediría cualquier cosa, por cara que fuera, para verme feliz y comiendo. Era esa clase de persona. Y ni siquiera por eso la podía odiar. Porque era demasiado buena. La charla giró de pronto en cosas del pasado, del pasado de mi mejor amigo y mío. Nos conocimos cuando aún usábamos pañales. Teníamos historias de sobra. Pero ninguno de los dos habló. Lo único que se me ocurrió en ese momento, fue el último instante compartido, aquella confesión que me había terminado por asfixiar. Y su imperturbable "Somos amigos." Una afirmación y una condena. "Vamos a olvidarlo" el puñal más grande fue agregado rápidamente, para cortarme cualquier medio posible de supervivencia.

Al principio no lo sabía ni yo mismo. Estuvimos siempre juntos, ¿por qué una amistad entrañable era diferente del amor? Eso era, seguramente, lo que él pensaba. Pero no era así para mí. El dolor del rechazo, la frustración de mis propios sentimientos, el anhelo de un contacto, la dicha de un momento juntos. Nada de eso era 'amistoso'. Intenté engañarme mucho tiempo. Intenté fingir que aquello que sentía, no existía. Pero siguió estando allí, latiendo fuertemente, quemándome el pecho por salir. No pude continuar así. Tuve que decírselo. Tenía tanto miedo... No me miró con asco, no hizo un comentario hiriente por una sexualidad apenas descubierta, no inquirió nada malo. Pero me destrozó igual.

"La comida estubo exquisita", aseguré. Ella me miró con un deje de reproche: "Apenas y la probaste..." Sólo sonreí, disculpándome. Miré el reloj en mi muñeca por última vez y tomé la valija que descansaba a mi lado, ausente todo ese tiempo. Ellos se sorprendieron. "¿Te vas...?" Me recordé todos esos meses de agonía, todo ese dolor, todo el desprecio hacia nada más que yo mismo, todo el miedo de seguir viviendo así. ¿Quedarme, para qué? Ya no me podía acercar a él, no podía tenerlo cerca y no desear sus labios. No podía contarle mis secretos porque lo turbarían. No podía verlo, pero el amor me atravesaba como una daga. Ya no podía ser su amigo, porque mi sentimiendo tenía otro nombre.

"Adiós".

"¡No! ¡Espera!" Me había seguido, por varias cuadras. Era la primera vez que lo veía tan desesperado y preocupado desde aquella vez que estuve en el hospital por caerme de las escaleras. Bueno, piensa que nunca me levanté. Da igual. Ninguna explicación, ningún reclamo. Ninguna palabra. ¿Qué podía decir? Ya lo había decidido y él lo sabía.
"¿Llamarás...?" "No". ¿Para qué mentir? Me iba por una razón. Llamarle cada vez que quisiera lo estropearía todo. "¿Volverás pronto, al menos?" Estaba enojado. Entonces, por sólo un segundo, corté la distancia y le besé. "Tonto". Mientras estaba estupefacto, aproveché y escape. Dime cobarde, o lo que quieras. Pero la pregunta que quería hacerle ya la había respondido. No quedaba más.

~¿No podías amarme, por un instante?~

Nota*: La idea vino del tema "친구로만 알았는데 (I Thought We're Only Friends)" del cantante coreano Oh Won Bin







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